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Situación de Enfemería

Nos encontrábamos en el área de recuperación del servicio de ginecoobstetricia con mis compañeros de rotación y mi docente, cuando la jefe del turno anterior comentó que doña Marcela era una paciente de 34 años de edad quien el día anterior había tenido una cesárea con un embarazo de tan solo 25 semanas de gestación el cual fue realizado debido a la amenaza de parto pretérmino (APP) y ruptura prematura de membranas (RPM) que presentó la paciente el día anterior. Al momento de dirigirme a doña Marcela la salude de manera amable y sosteniéndole su mano le pregunte como se encontraba y que tal noche había pasado, ella me comentó que la verdad no había podido dormir muy bien pues a pesar de haber tenido su cesárea la noche anterior, ella aún se sentía muy preocupada por el estado de su bebé pues se encontraba en la UCI y hasta el momento no lo había podido ver. Transcurría la mañana y doña Marcela aún no podia conciliar el sueño, asi que le pregunté que si queria que le acomodara su posición en la cama para que pudiese conciliar el sueño y fue en ese momento en el que me manifestó que ni por que estuviese en su propia cama podría dormir tranquila pues lo único que le daría tranquilidad y descanso era el estar con su bebé y saber que su estado de salud era óptimo. Doña Marcela a pesar de no estar triste, manifestaba bastante incertidumbre por el estado de su bebé, entonces le explique que en ese momento su hijo no podía estar con ella pues debido al bajo peso que tuvo al nacer y a su prematuridad debía estar bajo observación y con ayuda respiratoria pues para la edad que el tenia sus pulmones aún no estaban lo suficientemente maduros como para afrontar el medio de manera satisfactoria y sin complicaciones; fue así como de un momento a otro doña Marcela me comentó que no era solamente el hecho de saber que su hijo estuviese en la UCI lo que la tenia así sino que realmente tenia bastante miedo de que pasase con él lo mismo que con uno de sus anteriores hijos; esta respuesta me inquieto bastante así que le pregunte que era lo que había pasado con su hijo anterior entonces me dijo que ella había estado cuatro veces embarazada pero que de todos esos embarazos solo tenia uno vivo, el primero nació de ocho meses y tras estar 5 días en la UCI falleció, el segundo resulto en un aborto por el cual le realizaron un legrado, el tercero es su único hijo vivo el cual tiene 11 años y el último era el que estaba actualmente en la UCI y por el cual le habían realizado la cesárea, fue así como comprendí su gran preocupación por el estado de su bebé.
Tras pasar una hora mi profesora me pidió que acompañara a doña Marcela a la UCI de neonatos, lo cual entusiasmo bastante a doña Marcela, de inmediato se iluminó su cara y una sonrisa se hizo notoria, por un momento las preocupaciones y el dolor se esfumaron con solo imaginarse teniendo a su hijo en sus brazos. Nos dirigíamos ya a la UCI en compañía de mi profesora y justo antes de entrar mi profesora me pidió que entrara con la paciente y le diera bastante apoyo pues su bebé había muerto hace pocos minutos y era necesario que la noticia se la diese la neonatologa en compañía de su esposo. La noticia me tomo por sorpresa y me puse a pensar, si la noticia me causo tanto impacto a mi, como lo ira a tomar doña Marcela. Mis pasos se volvieron más lentos como tratando de evitar que llegara ese duro momento y más después de conocer la historia y antecedentes ginecoobstetricos de doña Marcela, el momento había llegado y al entrar a la UCI se acercó de inmediato su esposo y abrazándola antes de que llegáramos a la incubadora, le dijo al oído “mi amor se murió nuestro bebecito” basto con que terminara esta dura frase para que el llanto de doña Marcela fuese incontrolable y expresara todo ese dolor que tenia represado en su interior. La neonatologa se acercó a ambos y les explicó de una manera muy fría que debido al bajo peso del bebé y a su prematuridad, no había podido seguir con vida pues sus pulmones aún no estaban lo suficientemente maduros, sin más explicaciones o intervenciones la doctora volvió a su escritorio a llenar los documentos restantes, entonces la jefe de la UCI me pidió que le preguntase a los padres del bebé si deseaban tenerlo en sus brazos y si la respuesta era afirmativa que entregara al bebé en brazos de sus padres, pues ella se encontraba ocupada atendiendo a otro recién nacido en el momento. Inicialmente no sabia como preguntárselos pues no quería interrumpir ese momento de duelo, entonces el esposo de doña Marcela me miró y le pregunte que si quería que le pasase a su hijo para así poder despedirse de él y afrontar ese duelo que estaban pasando ambos; ellos con lagrimas en sus ojos asintieron con la cabeza. Les alcance su bebé envuelto en una manta y al momento de recibirlo en sus brazos ambos no pudieron contener el llanto y el dolor que sentían se hizo evidente. Pasaron varios minutos hasta que doña Marcela y su esposo se volvieron hacia mi y me dijeron que ya era hora, que ya lo podía llevar de nuevo a la incubadora pues estaba tomando una apariencia que no era agradable para ambos asi que preferían mantener esa imagen bonita de su hijo. Finalmente salimos de la UCI doña Marcela  y yo, quedándose su esposo en la UCI terminando de dar los datos necesarios para la entrega de su bebé. El llanto de doña Marcela había disminuido un poco pero la tristeza era evidente, ella tan solo me miró y me pregunto porque, porque de nuevo le estaba pasando lo mismo que vivió hace varios años con su primer hijo? En ese momento a pesar del sentimiento que me invadía me dirigí a ella y mirándola a los ojos y sosteniendo sus manos le explique que el estado de su bebecito era muy complicado pues era muy pequeñito para haber salido tan temprano al mundo exterior, le explique que sus pulmones aún no estaban lo suficientemente maduros y esa había sido la principal causa de su muerte pero que a pesar de haber perdido a ese bebé debía tener en cuenta que ahora se había convertido en un angelito en el cielo el cual de seguro la estaba mirando y cuidando, así que ahora por más de que doliera debía intentar ser fuerte pues en su casa estaba un hijo que iba a necesitar de una mamá que le explicara que había pasado con ese hermanito que tanto anhelaba toda la familia, pero que lo bueno era que iba a poder contar con el apoyo de su esposo pues como él se lo había manifestado juntos iban a salir adelante e iban a superar este duelo tan duro con la voluntad de Dios. Doña Marcela me sonrió y me agradeció por las palabras que le había dicho pues hasta el momento nadie se había preocupado por sus sentimientos ni por lo que ella podría estar sintiendo.

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